Falleció Luis Eduardo González, politólogo que marcó una etapa.
Falleció de cáncer a los 70 años ,Luis Eduardo González, reconocido politólogo y director de Cifra», conocido como «el Sordo» por sus problemas auditivos,
Sociólogo, encuestador, escritor y profesor, González nació en Montevideo en 1945.
“Estoy listo”, era la invariable respuesta de el “Sordo” cuando se acercaba la primera salida a aire.
En 1973 ingresó al Instituto de Ciencias Sociales de la Facultad de Derecho de la Universidad de la República (Udelar). En la dictadura, perdió su cargo en la Udelar y en Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnica (Conicyt) y viajó a Estados Unidos, donde en 1988 se doctoró en Ciencia Política en la Universidad de Yale.
Según contó en una entrevista concedida a la revista Seisgrados de El Observador, cuando volvió no pensaba dedicarse a las encuestas, pero César Aguiar, un «viejo conocido», había fundado Equipos Consultores y le ofreció un trabajo como consultor externo. Años más (1985 – 1992) tarde pasó a ser socio de Equipos y a ocupar el cargo de director de Opinión Pública.
Obtuvo popularidad a partir de la década de 1990 con sus análisis sobre los procesos electorales en canal 12.
En 1992 fundó junto a su esposa, Adriana Raga, la consultora Cifra.
En las elecciones de 1994 fue el primero en arriesgarse y anunciar que el próximo presidente de los uruguayos sería Julio María Sanguinetti. «Fue una elección complicada pero la recuerdo básicamente con satisfacción. Fue mi mayor acierto profesional», explicó a Seisgrados.
En el año 2000 su trabajo le obtendría otro reconocimiento, cuando junto a la politóloga Rosario Queirolo, aventuró que si la intención de voto se mantenía el Frente Amplio obtendría el 50,3% de las adhesiones. La predicción se cumplió casi a la perfección.
Su «mayor vergüenza profesional» fue en 2009 cuando informó erróneamente que el plebiscito por la ley de Caducidad sería aprobado. «Fue un error difícil de aceptar, especialmente porque ya era un veterano». En 2014 las elecciones nacionales le volvieron jugar a él – y a casi todos las consultoras- una mala pasada, al subestimar los votos que obtendría el Frente Amplio y sobreestimar los del Partido Colorado.
Ayer en las redes sociales varios lo recordaron por su humildad y trayectoria. «Gran pesar por el fallecimiento de nuestro profesor Luis Eduardo González. Eterna gratitud por su generosidad y sabiduría», publicó en Twitter el politólogo Daniel Chasquetti.
En tanto, Pablo Mieres, senador del Partido Independiente lo recordó en la misma red social como «un maestro. Ser humano excepcional y una inteligencia superior».
El periodista Martín Sarthou de canal 12, publicó: «El Sordo jamás escuchó un sonido, pero cuando hablaba todo un país quedaba en silencio para escucharlo».
Profesional sólido y generoso
Fernanda Boidi, politóloga que trabaja en Proyecto de Opinión Pública para América Latina (LAPOP), y quien fue su alumna recordó a González como «un profesional excelente, muy sólido y súper humano». En diálogo con El Observador señaló que era un también referente en América Central. «Una persona muy generosa con su conocimiento y muy meticuloso en su trabajo. He trabajado con gente muy capa, pero él es mi mentor», afirmó.
fuente fragmentos de Elobservador y foto canal teledoce
Anecdotas de Alejandra Morgan
Tengo mil cuentos en cuerda menor pero prefiero evocar dos anécdotas bien pequeñas.
La primera, una reunión en sala de Directorio donde alguien me pidió que modulara (que hablara más despacio) porque, si no, Luis Eduardo no podría comprender ni una palabra que yo dijera. Él interrumpió para decir que no tenía dificultad alguna para entenderme… ¡Un triunfo del cual me jacto hasta el día de hoy!
El segundo recuerdo es un poco más complicado. Luis Eduardo había sido invitado por la Universidad Católica para dictar la Lectio inauguralis y yo lo escuché con toda atención. Al finalizar el acto nos tocaba cantar dos o tres temas con el coro que yo integro. Nos cruzamos en la puerta de la gran sala y no se me ocurrió nada mejor que preguntarle: “¿Luis Eduardo, te quedas a escucharnos?” ¡Imaginen la cara de quienes nos rodeaban! Mientras yo buscaba algún efecto que me hiciera desaparecer de la faz de la Tierra, él respondió: “Con muchísimo gusto”. Atiné a entregarle mis partituras como para que este gran papelón tuviera mínima reparación. Siguió todo el recital en primera fila. Le pedí varias veces disculpas y como él era un Lord inglés me comentó que el solo hecho de que yo me hubiera olvidado por completo de su sordera era en sí mismo un halago.