Las movilizaciones se repitieron en más de 150 municipios de Brasil, y son las más masivas tras las convocadas en mayo pasado por el bloqueo de fondos a universidades federales.
Miles de estudiantes, trabajadores y movimientos sociales volvieron a copar las calles de Brasil en una nueva jornada de protesta contra los recortes en educación promovidos por el presidente, Jair Bolsonaro, aunque entre las reivindicaciones también sumaron el rechazo a la reforma del sistema previsional, y los reclamos territoriales de mujeres indígenas.
Las concentraciones más importantes tuvieron lugar en Río de Janeiro y en San Pablo, aunque en Brasilia, capital del país, grupos de estudiantes y profesores universitarios contaron además con el apoyo de grupos de mujeres campesinas e indígenas. A través de Twitter, los usuarios expresaron su apoyo a la manifestación, compartiendo los hashtags #TsunamiDaEducação y #Tsunami13Agosto.
Se trata de la tercera movilización motorizada por estudiantes contra la política educativa del gobierno de Bolsonaro, decidido, según sus palabras, a emprender una cruzada contra lo que considera el “marxismo cultural” en el área educativa. El Ejecutivo también había anunciado previamente importantes recortes en los fondos destinados a universidades
Organizaciones de trabajadores y movimientos sociales también se sumaron a la jornada de protesta para repudiar la reforma previsional que impulsa Bolsonaro en el Congreso. Las mujeres indígenas, por su parte, expresaron su rechazo a las políticas oficiales en relación a los pueblos originarios y sus tierras.
Bajo el lema “Territorio: nuestro cuerpo, nuestro espíritu”, unas 3 mil indígenas provenientes de distintas partes del país denunciaron en Brasilia las “políticas genocidas” del gobierno de Bolsonaro, que se opone a nuevas demarcaciones de tierras, y pretende abrir reservas a actividades como la minería.
También sumaron sus críticas a la reforma del sistema de pensiones y jubilaciones, proyecto clave del gobierno en materia económica, y que fue aprobado en sus dos instancias por la Cámara de Diputados. La legislación, que busca modificar la edad mínima para acceder a una jubilación, ahora necesita el aval del Senado brasilero.