Términos y frases que popularizó Sigmund Freud están profundamente arraigados en la cultura popular y el lenguaje cotidiano.
Está el Freud de los libros de texto; el gran pensador barbudo vienés, pionero del psicoanálisis; el Freud sobre el que los académicos nunca se cansan de discutir.
Y está el otro Freud: el del bar; el Freud al que uno podría recurrir cuando menciona los sueños, actos fallidos, o alguien a quien le guste su mamá. Su relación con el primer Freud es tangencial, en el mejor de los casos.
Escuche furtivamente una conversación y es probable que, tarde o temprano, aparezca un concepto inventado o popularizado por el artífice de la asociación libre
Complejo de Edipo. Negación. Ello, yo y superyó. Libido. Deseos de muerte. Fijación retentiva anal. Mecanismos de defensa. Desplazamiento. Símbolos fálicos. Proyección. Transferencia. Y, por supuesto, los deslices freudianos.
Pero todos saben de qué se habla cuando se menciona a Freud. O al menos creen que saben: el inconsciente, represión sexual, sueños, cuestiones de papá y mamá.
«No tienes que leer a Freud para vivir en un mundo donde Freud es importante o para pensar de manera freudiana», dice Stefan Marianski, de la Casa Museo Freud, en Londres. «Todo lo que necesitas es consumir cultura popular masiva producida desde mediados del Siglo XX en adelante.
Freud tuvo la ventaja de ser un escritor extremadamente bueno, que ilustraba el psicoanálisis con referencia a la obra de grandes artistas, como Shakespeare, Dostoyevski y Leonardo da Vinci.
Para el psicólogo Oliver James, «la razón por la cual Freud se convirtió en semejante fuerza cultural es que llegó a la cultura popular a través del cine».
Comenzando con «Cuéntame tu vida», la película de suspenso psicológico de 1945 de Alfred Hitchcock, las referencias explícitas a Freud abundan en el cine
términos freudianos
- El inconsciente (o subconsciente): Freud decía que mucho de lo que pensamos está oculto de nuestra mente despierta, en nuestro inconsciente o subconsciente; los deseos prohibidos y pensamientos inaceptables se pueden escapar de una manera distorsionada a través de los sueños y «deslices freudianos» o actos fallidos.
- El complejo de Edipo: el término de Freud para la compleja serie de emociones que ocurre entre los niños y sus padres, inspirado en el trágico personaje de la obra del poeta griego Sófocles, quien, sin saberlo, mata a su padre y se casa con su madre.
- Yo, ello y superyó: una teoría «estructural» de la mente, que la separa entre el ello (el ámbito de los apetitos descoordinados e instintivos), el superego o superyó (que juega un papel crítico y moralizante) y el ego o yo (que pretende un equilibrio entre los otro dos).»Ahora que los jóvenes parecen ser libres para hacer lo que quieran y hablar de lo que quieran, resulta interesante que Freud les siga interesando», comenta James.
Sin duda, esto no hará que la gente deje de usar terminología freudiana como le parezca, al servicio de una gran actividad del Siglo XXI: colocarse a ellos mismos y a otros en el proverbial diván.
Como escribió el poeta W.H. Auden tras la muerte de Freud, «Para nosotros ya no es una persona, sino todo un clima de opinión».