Imaginen a un hijo de migrantes de Pakistán que crece en una gran ciudad europea, en una vivienda social, junto con siete hermanos.
Su padre es conductor de autobús, su madre ama de casa y costurera, y él duerme en una litera hasta los 24 años, pero consigue ir a la universidad (una sin renombre) y graduarse como abogado.
Además, es musulmán.
Ahora imaginen al alcalde de Londres, dirigiendo desde una oficina cerca del río Támesis una ciudad con 8,6 millones de habitantes, uno de los centros financieros del mundo y hogar de multimillonarios de todo el planeta.
El candidato del Partido Laborista Sadiq Khan es, ambas personas a la vez, tras ganar las elecciones a la alcaldía de la capital británica frente al conservador Zac Goldsmith.
«Nunca soñé que alguien como yo pudiera ser elegido alcalde de Londres», dijo en su primer discurso como alcalde.
«Gracias a todos los londinenses por haber hecho posible lo imposible», afirmó. «Mi padre hubiera estado tan orgulloso».
«El alcalde de todos»
La fe de Khan se ha discutido en la prensa de todo el mundo, desde Irán, donde fue destacada por la cadena estatal, hasta China y Rusia.
Y en las últimas semanas de la campaña, la confrontación entre los dos principales candidatos se situó en la arena de la religión y la etnicidad.
El rival de Khan, Zac Goldsmith, lo acusó de «dar una plataforma, oxígeno y cobertura a los extremistas», algo que él negó rotundamente.
Luego, el primer ministro, David Cameron, lo criticó por haber aparecido años atrás en un acto junto con Sulaiman Ghani, un imán acusado de fundamentalista.
Y el tabloide The Mail on Sunday colocó una foto de uno de los autobuses atacados en los atentados de 2005 para ilustrar un artículo en el que Goldsmith acusaba al Partido Laborista de ser «amigo» de terroristas.
Khan, por su parte, se definió a sí mismo como «londinense, europeo, británico, inglés, de fe islámica, de origen asiático, de herencia paquistaní, un padre, un esposo», en una entrevista con The New York Times.
fuenet BBC.com