Estados Unidos y Rusia protagonizan un nuevo desencuentro después del bombardeo ordenado por Donald Trump contra una base aérea en Siria.
Lo que sucedió en la noche del jueves concentró la atención mundial y, desde luego, provocó la inmediata reacción del gobierno ruso, aliado del régimen de Damasco.
Moscú señaló que el lanzamiento de 59 misiles contra una base aérea cercana a la ciudad siria de Homs representa una «agresión contra una nación soberana».
Según señaló Dmitry Peskov, vocero del presidente ruso Vladimir Putin, la acción de EE.UU. fue «un intento para distraer al mundo de las bajas civiles que está causando la intervención militar de EE.UU. en Irak».
El ataque estadounidense «causa un daño significativo a las relaciones entre Washington y Moscú«, concluyó Peskov.
Asimismo, Rusia, que apoya explícitamente a Bashar al Asad, notificó a la coalición dirigida por Estados Unidos que suspenderá el canal de comunicaciones que mantienen ambas partes para evitar accidentes en el concurrido espacio aéreo de Siria, indicó la cancillería rusa el viernes.
Rusia responde
«Responderemos con fuerza», fue la advertencia conjunta de Rusia e Irán a Estados Unidos y sus aliados, luego de lo que denunciaron como una «agresión» contra Siria.
La declaración de Moscú y Teherán, los más fuertes aliados de Damasco, fue en respuesta al bombardeo de Estados Unidos, el viernes, contra una base aérea en Siria en represalia por un supuesto ataque con armas químicas.
Tras una conversación telefónica el domingo, el presidente ruso, Vladimir Putin. y su homólogo iraní, Hassan Rouhani, condenaron el bombardeo de EE.UU. como una violación de las leyes internacionales y la Carta de las Naciones Unidas.
Consideraron que la «agresión» de EE.UU. contra Siria había «cruzado una línea roja».»De ahora en adelante responderemos con fuerza contra cualquier agresor o cualquier violación de líneas rojas de quien sea y Estados Unidos conoce nuestra capacidad de respuesta», dijo el comunicado conjunto.
«Sin autorización de la ONU»
EE.UU. y muchos otros países, incluyendo Reino Unido, culpan a Rusia de ser cómplice en la horrible muerte de civiles sirios -incluyendo niños- tras el ataque con supuestas armas químicas realizado por las fuerzas sirias, la semana pasada, contra una localidad bajo control rebelde.

El presidente de EE.UU., Donald Trump, declaró que la respuesta con los 59 misiles «tomahawk» que impactaron la base aérea de Shayrat, cerca de Homs, «representaba el mundo».
Pero Hassan Rouhani fustigó a Trump por lanzar el bombardeo sin autorización de la ONU.
«¿Cómo puede el presidente de EE.UU. permitirse atacar a un país independiente en una región tan sensible como el Medio Oriente… sin el permiso de las Naciones Unidas, sin una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU e inclusive sin el permiso del Congreso de EE.UU.?», cuestionó el mandatario iraní.
Rouhani también dijo que los ataques contra Siria fortalecían a los «terroristas» y criticó a los otros países de la región, como Arabia Saudita, por apoyar la acción estadounidense afirmando que «su turno también les llegará».

Rusia, por su parte, justificó los ataques del gobierno de Bashar al Asad a bases rebeldes como «legítimas» acciones contra «terroristas».
Recalcó que la ONU reconoce que el gobierno sirio no posee armas químicas y explicó que los misiles impactaron un arsenal químico rebelde que esparció el gas responsable de afectar a los civiles.
Varios expertos han desestimado esa versión.
Mensaje de Tillerson El domingo, el secretario de Estado de EE.UU., Rex Tillerson, acusó a Moscú de haber fallado en evitar que Damasco realizara el ataque químico.

«Espero que Rusia esté pensando cuidadosamente sobre su continua alianza con Bashar al Asad porque, cada vez que ocurre uno de estos horripilantes ataques, acerca a Rusia más cerca de tener algún nivel de responsabilidad», dijo el secretario de Estado en una entrevista de televisión.
Tillerson se encuentra en Italia para una reunión de ministros de Exteriores del G7, donde estará avanzando la postura que Asad no puede jugar un papel en el futuro de Siria y que Rusia debe dejar de apoyar su gobierno.
Ese es el mensaje que se anticipa que llevará a Moscú, más tarde en la semana, cuando se reúna con Vladimir Putin en el Kremlin.