Alemania niega la posibilidad de negociar la relación futura antes de aclarar los términos del divorcio.
Y desde Londres, que preferiría iniciar las dos conversaciones de forma paralela.
Una manifestante disfrazada de Theresa May junto a un hombre que lleva una pancarta que dice: «¿Tienes miedo a la democracia?La gente quiere voz en la decisión final sobre el brexit», este miércoles en Londres. ANDY RAIN EFE.Merkel exige a Londres respeto a las normas para seguir en el mercado único
La canciller alemana admite la necesidad de agilizar las expulsiones de migrantes sin derecho de residencia.
Alemania pone condiciones-Tras una reacción inicialmente tibia, el Gobierno alemán ha endurecido progresivamente su actitud respecto a las futuras negociaciones para la salida de Reino Unido de la UE. Berlín cree que antes de empezar a hablar de la futura relación UE-Reino Unido, será necesario cerrar el contrato de divorcio.
“Las negociaciones deben primero aclarar cómo vamos a deshacer nuestros vínculos actuales, y solo cuando esta cuestión haya sido aclarada podremos, espero que pronto, empezar a hablar de nuestra relación futura”, aseguró el miércoles la canciller Angela Merkel en Berlín.
Con esta negativa, la líder más poderosa de Europa envía un mensaje de confrontación a Londres, que preferiría iniciar las dos conversaciones de forma paralela.
Seguridad interna y Brexit. Son dos temas que dominarán la agenda política alemana –y europea- en el año recién empezado. A los dos se refirió la canciller Angela Merkel en su primer discurso de 2017. La líder alemana admitió el lunes la necesidad de replantearse la arquitectura de seguridad del país tras el atentado islamista de Berlín del 19 de diciembre. Sobre las negociaciones con Londres, Merkel no se mueve ni un milímetro: si Reino Unido quiere acceder al mercado único, deberá respetar sus principios básicos, que incluyen la libertad de movimientos de personas.
Desde Colonia, Merkel reiteró la idea básica que ha mantenido desde la victoria de los partidarios de un Reino Unido fuera de la UE. Esta se resume en el principio de no “picotear”; es decir, no permitir al socio que abandona la casa común mantener los elementos que más le agradan –libertad de movimientos de bienes y capitales- y dejar de lado los que no le gustan –la movilidad de personas, básicamente-. “Esto tendría consecuencias fatales para los restantes 27 Estados miembros”, reiteró la canciller. El riesgo es evidente: si se ofrecen condiciones demasiado ventajosas, otros países podrían querer seguir su ejemplo.
Alemania reitera así una postura que ya han dejado claro otras capitales y líderes comunitarios. Desde el principio de las negociaciones con Londres, Merkel estaba entre los líderes más proclives a hacer concesiones para mantener a los británicos en la UE. Pero una vez que los partidarios del Brexit vencieron, y que el nuevo Gobierno de Theresa May daba muestras o bien de dureza o bien de desconcierto, Berlín optó también por un discurso más duro.
El poderoso ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, retó hace unos meses al titular británico de Exteriores, Boris Johnson, que había tildado de “tontería” la idea de que el acceso al mercado único y la libre circulación de personas están vinculados. Schäuble se ofreció a enviar al ministro una copia del Tratado de Lisboa para dispersar las dudas. “Si necesita una aclaración, puedo visitarle y aclarárselo con mi buen inglés”, añadió el alemán
“Quien no tenga derecho de residencia, tendrá que ser devuelto a su país de origen”, aseguró. La líder alemana admitió, además, que en el pasado, esta norma no se ha llevado a cabo “seriamente”. Dijo que ahora esta será un reto que ocupará a todo el Gobierno, en un mensaje hacia sus socios de coalición socialdemócratas, que en ocasiones han bloqueado nuevos endurecimientos de las normas de asilo. Este debate se ha intensificado después de que se supiera que Anis Amri -el tunecino de 24 años que mató con un camión a 12 personas- debería haber sido expulsado de Alemania.
La intervención de Merkel se produce en un momento en el que los miembros del Gobierno y dirigentes de los partidos sorprenden casi cada día con una nueva idea sobre seguridad. Primero disparó el ministro del Interior, Thomas de Maizière, que propuso centralizar los servicios de inteligencia con la esperanza de aumentar así su eficacia, una iniciativa duramente criticada por todo el arco parlamentario, incluidos miembros de su partido.
El ministro de Justicia, el socialdemócrata Heiko Maas, defiende la posibilidad de mantener detenidos hasta un máximo de 18 meses a potenciales terroristas a la espera de su expulsión. Y ello pese a que no se pueda demostrar que hayan cometido un delito concreto. Distintos expertos alertan que esta medida de poco serviría para los radicales islamistas con nacionalidad alemana. Maas también defiende el uso de dispositivos electrónicos en los tobillos para vigilar a los sospechosos. De Maizière y Maas tiene previsto reunirse el martes para analizar estas y otras propuestas.